Lo ocurrido con Volkswagen y su programa pícaro, capaz de reconocer cuando está siendo comprobado un determinado comportamiento mal visto o prohibido del motor de sus vehículos, y de modificarlo para que supere la prueba, habla en primer lugar del alto nivel tecnológico alcanzado, pero sobre todo del mismo poco valor que se sigue dando a la ética cuando el dinero se cruza en su camino.
Imagino que alguien listo en el departamento correspondiente hizo saber a sus superiores directivos que podía instalar un programa capaz de tirar la piedra cuando no le vieran y esconder la mano cuando estuviera vigilado, y éstos, en lugar de desechar la idea de inmediato, por fraudulenta, asignaron una partida del presupuesto de inversión a su desarrollo e implantación generalizada, con el objetivo, claro, de mejorar su oferta, adquirir mayor competitividad sobre sus rivales y en definitiva ganar más dinero.
Pues sí, este es el modelo que tenemos en el capitalismo desarrollado. La competencia por vender más y ganar más dinero prevalece a menudo sobre conceptos morales y de beneficio social general, que resultan soslayados.
El inmenso presupuesto que dedica Volkskwagen a mostrarse, como tantos otros fabricantes en los últimos tiempos, sensibilizado y respetuoso con el medio ambiente acaba siendo dinero desperdiciado cuando los hechos demuestran que no le importa un comino sobrepasar los niveles de contaminación permitidos en sus vehículos. A esa pérdida hay que añadir la cantidad que va a tener que dedicar a pagar las sanciones que le van a imponer. Todo un fiasco económico monumental para la empresa, que exigiría que toda la cúpula responsable de tanto perjuicio, como mínimo acabara en su casa de inmediato, sin indemnización millonaria, por supuesto, para poder meditar con tranquilidad sobre su comportamiento y dar ejemplo a otros. Y si no existen leyes que les exijan otras responsabilidades que puedan conducirlos a sanciones personales más serias, quizá ha llegado el momento de nuevo de que los legisladores se planteen estudiarlas e implantarlas.
Seguramente es verdad que estos hechos aparecen ayudados por la labor de los competidores, e incluso puede que forme parte de un movimiento geoestratégico conjunto, entre japoneses y estadounidenses para frenar a Alemania, para los que un golpe de esta magnitud en la credibilidad de tan importante constructor de vehículos del mundo, beneficia, pero ello no resta gravedad a lo ocurrido y no debiera hacernos dar un paso hacia atrás a los que aspiramos y exigimos un capitalismo donde el comportamiento leal y honesto de las empresas que nos suministran los bienes de todo tipo que consumimos, y especialmente de las agroalimentarias y de las farmacéuticas, esté garantizado por las leyes y la eficacia del control.
Muy bien dicho😊me ha gustado mucho. 👏👏👏👏👏👏
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Habría que borrar el disco duro para volver a intentarlo.
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😃Como eso no parece a nuestro alcance, me reitero en mi propuesta de no dejar de pretenderlo cada uno dede nuestro sitio.
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