Ordinales

Hace poco un periodista en su crónica en la radio me sorprendió gratamente diciendo cuadragésima novena edición al referirse a un acontecimiento que se iba a celebrar, para luego, al cerrar la información del mismo, decir la cuarenta y nueve edición y chafarme la satisfacción. Como si hubiera sentido la necesidad de enmendar un error o un desliz y hubiera vuelto a lo de uso común, a lo habitual. O premeditadamente para advertir a la jefatura de redacción de que él sabía usar los ordinales pero acataba la orden de usar en su lugar los cardinales.

¿Se dan estas órdenes en las jefaturas de redacción? Lo ignoro, pero así parece si lo juzgo por el número tan escaso de ordinales que oigo en la boca de los periodistas, principalmente los que realizan los informativos. Desde que se entra en la segunda decena, los ordinales desaparecen, tal como la RAE reconoce que se ha ido imponiendo con el tiempo. Yo no he escuchado aún “cayó desde un piso cuatro”, pero no pierdo el temor a que eso ocurra en el futuro. Y el caso es que tampoco oigo decir mucho “se celebra el aniversario que hace el número noventa y dos”, que suena mejor aunque siga eligiendo usar un cardinal donde más apropiadamente en mi opinión sonaría un ordinal.

La razón parece clara: el común de los hablantes no usa los ordinales, e incluso podría decirse, sin miedo a equivocarse, que les suenan arcaicos o afectados, y probablemente en su mayoría los desconoce, y como consecuencia, cabe suponer que sus interlocutores o receptores no entenderían lo que se les quiere decir, lo cual, se da por hecho, es algo que normalmente se quiere evitar. Así, lo que suele hacerse, eludiendo también esa paráfrasis por economía, es ir directamente al cardinal “noventa y dos aniversario” que a mi -ya ven- me resulta chirriante, en lugar del espléndido y eufónico “nonagésimo segundo aniversario…”.

Es verdad que no deja de ser una simplificación usar los cardinales como ordinales, lo cual encaja con esa ley de economizar que también rige el lenguaje, pero ¡¿es que otras consideraciones como la riqueza o la belleza de una lengua no cuentan?! ¡No se regodeen, sé la respuesta, y sí, esto es un intento de romper una lanza a favor del uso de los ordinales!

No pretendo dar aliento a los que ya están prácticamente muertos, los que designan al cien y todos los superiores que le siguen, como centésimo primero (101) o los menos oídos aun como centésimo vigésimo cuarto (124), y no digo nada ya si seguimos subiendo y queremos expresar un año como el de la actual Constitución (1978) como milésimo noningentésimo septuagésimo octavo…que resulta excesivamente largo frente a mil novecientos setenta y ocho, pero sí reivindicar la riqueza y la eufonía de los primeros noventa y nueve, que no lo son tanto.

A mi me parece un esfuerzo que merece la pena.

2 pensamientos en “Ordinales

  1. Es muy quijotesco y original tu aporte, Jaime. Se habla cada vez «menos» y peor. Hace unos días oí decir que algo era bien, en lugar de bueno. En fin…

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