Conductas indeseables en el diálogo social en España

Nos contentamos porque ya no nos matamos pero no es suficiente. No hace tanto que en España hubo una guerra civil -aún viven algunos de los que la vivieron e incluso la protagonizaron- donde entre otros asuntos que se colaron, como los personales ajustes de cuentas, principalmente se confrontaron, de la manera más extrema, mediante la búsqueda del objetivo de la aniquilación del contrario, ideas sobre lo que cada uno entendía que debía ser el mundo. Se dilucidaba, pues, el futuro, porque dichas ideas estaban cargadas de gran trascendencia. El resultado ya lo conocemos: cientos de miles de muertos y una dictadura que duró treinta y seis años.

Que hemos avanzado los españoles, no lo pongo en duda. La restauración de la democracia ha conllevado la generalizada aceptación del diálogo, en el marco imprescindible de un Estado de Derecho, como único instrumento válido para hacer prevalecer las propias ideas, salvo excepciones residuales, que todos conocemos. Es hacer prevalecer las razones y la argumentación como método de resolución de conflictos y la renuncia a ningún otro que no se ajuste a Derecho.

Por eso, ahora que lo que se dilucida, como entonces, son ideas de gran trascendencia, que conforman cómo vemos colectivamente el mundo, cómo queremos que funcionen las cosas, qué papel nos atribuimos, debemos ser especialmente cuidadosos de mantener la convicción en el logro del diálogo y preservarlo como lo que es, el mejor fruto de nuestra reciente y dramática experiencia histórica, el vehículo imprescindible para obtener acuerdos, para converger en soluciones posibles, para avanzar en el bienestar y en definitiva en la felicidad, ese objetivo tan humano y que fue plasmado como un derecho por primera vez en una constitución, en la estadounidense de 1787.

Por eso las actitudes como la expresada por la ministra Bañez ayer, que representaba al Gobierno, en la declaración oficial que hizo en el Congreso, donde después de expresar que estaba a favor del diálogo “hasta la extenuación”, continuó diciendo, como si no fuera una contradicción, que” las partes troncales de la reforma no se van a cambiar”, no ayudan a mantener la convicción en este logro.

Pero tampoco lo hace el que, como todos sabemos, los “piquetes informativos” sean en realidad coactivos, mediante la increpación, el insulto, la amenaza y en muchos casos la violencia contra los bienes, y en ocasiones las personas, que también quieren ejercer su libertad y su derecho a no participar de una huelga, y ello haya sido y siga siendo algo consentido por todos los gobiernos, así como por las cúpulas sindicales, cuando no alentado desde las mismas.

Ni tampoco ayudan los señalamientos, las amenazas, las marrullerías legales, ni las represalias de los empresarios contra los empleados que con igual libertad que los que eligen trabajar deciden secundar una huelga.

Mientras no tengamos claro que la pervivencia de todas estas conductas lo que provocan de manera inmediata es tensión, resquemores y amedrentamientos, y cuando se descontrolan daños a los bienes y a las personas, y que por encima de todo, suponen un paso atrás respecto a la convicción del logro histórico del diálogo y su función, no podremos avanzar, sino que estaremos perdiendo un tiempo precioso en la solución de los problemas. Y es que de lo que debería haber tratado este comentario sobre relaciones laborales y la reforma que propone el Gobierno, hubiera tenido que ser de cómo crear riqueza, y cómo distribuirla de la manera más justa. En definitiva de qué iniciativas tendrían que tomarse para obtener esos objetivos, que incluyen dar oportunidades de trabajo a ese más de un quinto de la población española en edad de trabajar que no puede hacerlo.

Manifestación sindical del 11 de marzo de 2012 en Madrid

Momento en que estaba hablando Fernández Toxo, después de hacerlo Cándido Méndez. Pasaban 9 minutos de las dos de la tarde y la afluencia de manifestantes era escasa. En el momento del comienzo de sus intervenciones, un poco antes, apenas las personas concentradas frente al estrado colocado delante de la Puerta de Alcalá llegaban a cubrir la mitad de ese tramo de la calle de Alcalá, el que va de la Plaza de la Independencia hasta la de Cibeles.Manifestación del 14 de marzo en Madrid

Manifestación del 11 de marzo en Madrid

Momento en que comenzó la intervención de los oradores con las de los Secretarios Generales de Madrid de UGT y CCOO, sucesivamente.Manifestación del 14 de marzo en Madrid

Huelga general en España del 29 de marzo de 2012

Siento que me encuentro en una situación privilegiada para emitir mi opinión puesto que me encuentro concernido en sus dos vertientes, la que la apoya y la que la rechaza.

El apoyo se debe a que no comparto el fondo de la ideología que subyace y alimenta la reforma laboral, ese cúmulo de creencias que deposita en la iniciativa privada la eficiencia. Puede que la estadística nos diga que las empresas privadas, movidas por el ánimo de lucro, son más eficientes, más rentables, gastan menos dinero en obtener el mismo resultado, pero seguramente también nos dicen que el mejor servicio se obtiene en la empresa pública, que no tiene ningún objetivo de rentabilidad económica, sino de rentabilidad social, aunque sea más difícil de cuantificar. La encuesta realizada entre médicos especialistas, publicada hoy por una asociación de consumidores, que coloca en los dos primeros lugares en cuanto a su calidad asistencial, en su particular estimación, a sendos hospitales públicos de Madrid y Barcelona, el Hospital Universitario La Paz, y el Vall’ de Hebron, no viene sino a confirmarme esta impresión.

También estoy de acuerdo, coincidiendo con la opinión expresada recientemente por el obispo de Ciudad Real,  con resistirme a que deban ser los asalariados de toda condición los que paguen los platos rotos de una crisis generada por los comportamientos, no sólo excesivos, sino directamente estafadores protagonizados por el mundo financiero mundial y especialmente estadounidense, al abrigo de una desregulación normativa en aquél país, sobre cómo deben ser estos comportamientos.

Esta injusticia, que deba ser la merma de riqueza de los asalariados de todos los países a los que la crisis les afecta, la que pague la crisis es motivo suficiente para protestar de la manera más enérgica y diáfana.

¿Qué es entonces lo que me hace oponerme? Son dos ideas, principalmente: una, que una huelga general tiene un altísimo coste económico, lo cual es tirar piedras sobre el propio tejado, ya que cuanto menos haya para repartir a menos tocaremos y ahondar en el agujero del que queremos salir es contradictorio con ese deseo. Y dos: ¿quién está imponiendo esta nueva regulación laboral, que indudablemente reduce los beneficios que para los trabajadores tenían las anteriores normas, es este gobierno, o son las directrices exigidas por Bruselas y otros organismos multinacionales a los que pertenecemos y con quienes tenemos unas obligaciones contraídas? Como la respuesta es esta segunda opción, ya que la cacareada «soberanía» es un concepto que necesita ser revisado a la luz de los hechos, la pregunta que me hago es: ¿Qué sentido y qué eficacia tiene de cara a obtener evitar recortar esos beneficios que la reforma propuesta hace perder, si el responsable último no es el destinatario de la protesta?

Ello me lleva a proponer a los sindicatos convocantes de esta huelga, y a todos los demás grupos sociales capaces de influir en las decisiones que se toman respecto a la realidad social, la búsqueda de mejores herramientas para oponerse, democráticamente, por supuesto, a las iniciativas o decisiones tomadas por los poderes públicos, también en el ejercicio democrático de su poder político. Herramientas que no desangren un poco más a los ciudadanos, que no nos hagan más vulnerables ante la competencia económica de otros países con los que estamos jugándonos el porvenir.

Oslo

El suceso de Oslo, si se acaba confirmando, pone en primer plano, de nuevo, la realidad religiosa como fenómeno sociológico. Quizás no haya que centrarse ahora en cuestiones de gran magnitud, como la conveniencia o no de que en una sociedad moderna pervivan las creencias religiosas, como en los concretos mecanismos que alientan o desalientan a los individuos proclives al protagonismo, a utilizar argumentos y estados de ánimo que enraízan en estas creencias. Pienso ahora en las manifestaciones maximalistas de afirmación de convicciones concretas que se hacen por parte de los jerarcas religiosos, como oposición a la marea que va emergiendo en la sociedad de convicciones que se expresan en los comportamientos colectivos, que justamente ponen en tela de juicio las anteriores.

El Real Madrid y Mourinho

Algunas conclusiones tras el encuentro:

El Barcelona del 2011 es un equipo, y juega mejor al fútbol que el Real Madrid, que es un aglomerado de figuras, aunque no tenga tanta pegada o alcance a brillar, quizás, como lo hizo cuando lo ganó todo.

Messi es el mejor jugador del mundo, porque su habilidad para regatear y definir frente a la portería rival no tiene parangón, pero también porque le acompaña el coraje y la inteligencia. Cristiano Ronaldo no me parece siquiera comparable, o dicho de otra forma, la comparación que se hace por la prensa entre los dos es completamente artificial. Messi le gana en todo menos en centímetros de altura.

Pep Guardiola puede ser zumbón, e incluso sarcástico, pero tiene más clase que Mourinho y es más inteligente para manejar las emociones. Como madridista envidio su manera de estar y creo que encarna muy bien lo que me gustaría encontrar como portavoz de mi equipo de fútbol: deportividad y elegancia.

La falta de clase de los actuales dirigentes madridistas emerge de las profundidades superando el manto propagandístico, y como en este caso, de manera emblemática lo hace en forma de entrenador. Pensar que el madridismo sólo quiere títulos, y para conseguirlo no importa renunciar a realizar un fútbol virtuoso y espectacular, es tomar una parte por el todo y primar el negocio sobre el deporte.

No me parece descartable que la realidad de la UEFA y la FIFA, sea una pura corrupción, pero es estúpido mencionarlo siendo el entrenador de un equipo que acaba de perder un partido. Si hay indicios serios, más allá de conclusiones aventuradas y en caliente, denúnciese en frío y con pruebas ante las instancias capaces de corregir el problema. Lo demás es intentar intoxicar a la opinión pública.

El sistema de arbitraje, en el mundo tecnologizado que vivimos, donde todos los partidos de las divisiones superiores se graban, es arcaico y perjudica de manera grave el espectáculo y el propio deporte. Rechazar hacer reformas en el reglamento para adaptarlo a las posibilidades que ofrece la tecnología para discernir lo que realmente ocurre en el campo es apostar porque el fútbol sea un circo y no un deporte de competición, con las consecuencias perturbadoras de que se fomenta un elenco interminable de conductas tramposas o detestables,  al no recibir sanción alguna, como el plantillazo en el pecho de la final del campeonato mundial.

Final de la Copa del Rey 2010/11

Final de Copa I

Toda la expectación, toda la paciente espera desde que ambos equipos accedieron a la final eliminando a sus respectivos rivales, todas las calles vacías en las ciudades, toda la respiración contenida, por fin ha culminado en la taumaturgia del discurrir azaroso de un partido de fútbol repleto de las acciones trepidantes en el campo, de las jugadas imposibles, de los fallos y los aciertos increíbles, de las depuradas estrategias de dos hombres cuyas semejanzas son mínimas, quizás sólo una edad parecida y un pasado profesional como futbolistas, porque en lo demás se manifiestan y seguramente son muy diferentes.

Guardiola, el entrenador del Barcelona, ha mostrado, una vez más, que es una persona que vive con una gran intensidad su trabajo porque lo siente, le nace de dentro el amor a su club y probablemente lo proyecta mucho más allá por lo que éste representa de punta de lanza del catalanismo, y es consciente del honor que disfruta dirigiendo al primer equipo, todo lo cual lo procura llevar controlado hasta el detalle, contenido en un alarde de “seny”, de educación refinada. A pesar de su sobriedad exquisita, se puede apreciar en algún gesto brotado esporádicamente su íntimo sufrimiento por un mal resultado o su vibrante alegría cuando el triunfo se logra.

Su antagonista de esta noche, Mourinho, es, en cambio, extravertido, con comentarios generalmente desfachatados, que las más de las veces parecen encaminados a escandalizar o despistar a los destinatarios, pero, sobre todo, muestra una frialdad hacia los colores, hacia los sentimientos que conforman el club donde ahora trabaja, que le colocan en las antípodas sentimentales de Guardiola.

En la rueda de prensa, Guardiola, fiel a si mismo y al papel de sumo embajador del barcelonismo ha reiterado su felicitación al Real Madrid por haber ganado y ha dado la cara, de manera sobria y elegante, haciendo, sin duda, de tripas corazón.

En cambio, Mourinho, ha afrontado las preguntas, no sólo sin ningún interés, sino mostrando la más absoluta indiferencia íntima ante el triunfo del club, seguramente porque siente como una injusticia que no se celebre en primer lugar su propio triunfo como sagaz entrenador que ha sabido plantarle cara estratégica al reconocido como mejor equipo del mundo. Esto explicaría su cara de disgusto, su desprecio ante el disfrute del momento mostrado en forma gestos de tedio y frases analíticas frías sobre el desarrollo del partido.

El juego

El primer tiempo el Real Madrid ha secado al Barcelona. Los azulgrana no han conseguido una sola ocasión de peligro mientras los blancos han dispuesto de varias, la última de las cuales, un minuto antes del descanso merecía haber entrado en lugar de rebotar el remate de cabeza de Pepe en un travesaño y tras pasearse por todo el hueco de la portería perderse la ocasión. La segunda parte, en cambio, el Madrid no ha sabido o no ha podido mantener la presión desmanteladora sobre el juego organizado y elaborado del Barcelona, y éste ha dispuesto de varias ocasiones, al menos tres de las cuales ha tenido que ser Casillas, en paradas o desvíos con las puntas de los dedos de los guantes, el que interviniera para evitar los goles. Los madridistas ya no robaban balones y casi eran incapaces de hilar una jugada, fallaban continuamente los pases y perseveraban en lanzar balones largos que rara vez conseguían jugar. En estas circunstancias el gol del Barcelona estaba al caer, pero casi llegando al final del tiempo reglamentado, el Real Madrid logró un disparo que permitió al portero Pinto lucirse y librar a su equipo de haber perdido la final en el último minuto.

El desenlace

La prórroga comenzó con otro tono, más igualado porque el cansancio ya hacía mella en los dos equipos, y de pronto, un jugada brillante iniciada por Marcelo por la izquierda, ya en campo del Barcelona, es seguida por Di María, que en la banda le devuelve el balón, el cual Marcelo a su vez le devuelve en una diagonal bellísima al hueco  libre del lateral del área grande y al primer toque, cuyo reto Di María acepta iniciando una carrera que parecía imposible para alcanzar ese balón, pero cuando lo alcanza, lo hace para golpearlo también de primeras,  con la pierna izquierda en un retorcimiento típico de extremo, consiguiendo un centro preciso y templado al borde derecho del área pequeña, allí donde los centros suelen convertirse en gol, y allí, después de haber pifiado reiteradas ocasiones durante el encuentro, Ronaldo, superando majestuoso a su defensor por evergadura y decisión,  conecta un cabezazo, ligeramente escorado al palo contrario, que Pinto no acierta, esta vez, a detener o desviar. La suerte estaba echada.

Barcelona versus Real Madrid en la Liga del 2010/11

 
¿Qué pasó anoche? La expectación casi como siempre, capaz de dejar vacías las calles y los restaurantes, los cines y las salas de fiesta, y llenos los bares con televisión de pago y los salones de las casas, pero el desenlace inesperado. Se suele decir que en el fútbol el resultado del juego es incierto y que eso lo distingue de otros deportes y lo magnifica respecto de ellos, pero siempre me ha parecido un argumento inconsistente. En ese aspecto el baloncesto es mucho más impactante donde casi en cada partido el ganador se resuelve literalmente en el último segundo. Quizás los jugadores del Real Madrid estaban impresionados por haber sido recibidos a pedradas, tan acostumbrados a ser mimados como ídolos. No es raro pensar que eso pudo haber influido en su ánimo, habiendo introducido dudas sobre su valía. No sabemos de qué manera les alecciona su entrenador pero si juzgamos por las manifestaciones que hace habría que deducir, más bien, que les insufla confianza en su poderío y habilidades…Fuera así, que Mourinho les disipara las dudas, o que no considerara necesario hacerlo, lo cierto es que salieron al campo con menos empuje y compromiso que sus rivales. Puede también que la bronca del graderío los impresionara, particularmente a los nuevos procedentes de países menos efusivos en sus manifestaciones o con estadios más pequeños.
Los dos equipos estaban tensos al comienzo, aunque el Barcelona, desde el principio buscó la portería de Casillas, y se mostró más enchufado, más confiado en sus posibilidades, quizás también condicionado por el miedo a repetir pasadas experiencias con equipos dirigidos por Mourinho. Parece que hubieran tenido la idea fija en la cabeza de que había que ganar el partido en los primeros veinte minutos. Presionaban sin descanso e interceptaban bien los pases dubitativos del Madrid; rara vez un balón suelto no acababa en sus botas y así, en un rechace, en el minuto 10, el genial Xavi Hernández se encontró frente a Casillas con uno que le venía desde la espalda casi vertical y, pensándolo, o sin pensárselo, le aplicó una contenida parábola elevándolo lo justo por encima de su compañero en la selección para conseguir el primer gol. Hay que decir para ser justos, que enfrente no tuvo al cien por cien de Casillas, ya que aproximadamente su cincuenta por ciento estaba protestando un hipotético fuera de juego. Esto acentuó más la sensación de los madridistas de no haber logrado entrar en el partido. El segundo gol llegó ocho minutos después tras una jugada en la que Villa supera a Ramos, su marcador, su compañero en la selección, al borde de la línea de fondo, lanzando el balón con un fuerte pase al área chica, que Casillas rechaza sin acertar a agarrarlo, yendo a caer en la trayectoria de Pedro, que entraba atento a lo que pudiera pescar y remató impecable e implacable. El Madrid estaba definitivamente fuera de un partido en el que nunca había logrado entrar.
Puede que a ello de igual manera contribuyera que los veteranos del Madrid estuvieran también atenazados por el síndrome victimista alimentado por la propaganda de su entrenador respecto a la arbitrariedad casera del árbitro, concentrados más en encontrar favoritismos que la línea mágica de un pase medio  gol. La realidad es que el Barcelona cada vez crecía más, se encontraba más confiado y actuaba coordinado, y el Madrid apenas funcionaba como un equipo. Sus líneas no enlazaban bien fallando pase tras pase, dejando jugadores aislados. Transmitían tan poca confianza que el propio Mourinho, su entrenador, apostó en el descanso por minimizar la derrota en esos términos –supongo que pensando en el valor del promedio en el futuro- cambiando a Ozil, creador de juego en la delantera, por Lass, recuperador de balones en la media zaga, y no acertó. Con ello estaba condenando a sus jugadores a una agonía cruel, convirtiéndolos en títeres desmadejados, incrédulos y heridos en su orgullo al verse obligados a perseguir balones de manera infructuosa, lo que hizo que muchos seguidores madridistas abandonasen su interés por ver el partido en sucesivas oleadas tras cada nuevo gol, hasta cinco, ya en el descuento. Sólo los jugadores no podían marcharse, condenados a agotar el tiempo de sufrimiento, y tuvieron que aguantar el chaparrón, propiciándose la emergencia de la frustración y la rabia. No hubo más roces porque entre buena parte de los jugadores de los dos equipos había una ligazón poderosa, como es la amistad y el respeto construidos al vivir momentos intensos de gloria compartida en las competiciones como miembros de la selección nacional.
​En mi opinión, Mourinho, que ha demostrado algunas cosas en su trayectoria profesional ha mostrado en este lance no haber comprendido el incremento de motivación que supone la identificación catalanista. En el minuto noventa, con cuatro goles a cero, tres jugadores estaban encerrando a Ronaldo en una esquina para impedirle la progresión o el pase. Eso es motivación. Sin entrar en la justificación lógica de la motivación localista, lo cierto es que en el Barcelona existe como en ningún otro ejemplo en la liga española. Por algo sus partidarios dicen que es más que un club. Si a la conciencia habitual de siempre, le añadimos la sensibilización política de los últimos tiempos, generada por toda la trayectoria del Estatuto y la coincidencia de las recientes elecciones, obtenemos un resultado de una gran carga emocional. El Real Madrid no es el Inter. El Real Madrid, equivocadamente o no, sigue siendo en el imaginario culé, la representación emblemática del centralismo prepotente. Si con otros entrenadores ajenos o tibios a estas razones, como los holandeses, de este sentimiento, esta motivación extra podía no fomentarse, con Guardiola en el banquillo ocurre lo contrario, sin olvidar el factor coadyuvante de que la mayoría de los jugadores con peso específico en el equipo proceden del caldo de cultivo de la Masía, incluido el argentino Messi. Da la sensación de que el entrenador del Real Madrid se ha ensimismado en sus estrategias perturbadoras y con ello ha facilitado el trabajo del contrario, que en el asunto de enfrentarse al Real Madrid no hay nada que les despiste. También da la sensación de que preocupado por engatusar al contrario ha dejado de concentrarse en su propia preparación, a la vista de la ausencia total de recursos mostrados para desactivar o compensar la superioridad abrumadora que demostró su rival desde el comienzo. Si verdaderamente es listo se habrá dado cuenta ya de que el madridismo, y muy probablemente sus propios jugadores,  no le van a perdonar este ridículo y bochornoso sufrimiento. Con lo cual, a los que nunca le han aceptado por no identificarle con los supuestos valores del madridismo de caballerosidad, deportividad y excelencia en el juego, esos que Pujol y Xavi precisamente han encarnado en su actuación de anoche y en las declaraciones posteriores, comprendiendo y reconociendo a sus rivales, se les unirán los que se conformaban con los buenos resultados y durará de blanco sólo esta temporada. Incluso ganando la Liga o la Copa de Europa. No sería el primer entrenador triunfador del Real Madrid cesado recién terminada la temporada. Sólo una derrota tan apabullante y bochornosa como la sufrida, infligida al rival en su visita al Bernabéu, posiblemente cambiara este sino, pero, entonces, el Real Madrid debería cambiar de himno o de nombre.
 

Querida bicicleta

Resulta tan simpática la bicicleta que cuesta decir algo que
la empañe, pero más vale ahora, que es minoritaria y casi está relegada a
fanáticos que la adoran y la consideran  buena parte de la solución de todos nuestros
males ecológicos.

Sin duda es un puntazo, y merece la pena hacer días destinados a fomentar su uso en semanas de concienciación sobre la contaminación por gases procedentes del empleo de combustibles fósiles y las consecuencias que ello tiene en el efecto invernadero y el cambio climático, pero ello no puede dar carta blanca o patente de corso a los ciclistas. Convengo que hay que desalojar a los coches de las calzadas, pero no a los caminantes de las aceras. Si la bici tiene que prevalecer, que sea sobre los vehículos de cuatro ruedas, no sobre las personas que desean ocupar las aceras paseando cuando el aire se pueda volver a
respirar. No quiero que ocurra lo que he visto en Berlín, aunque no tanto en Amsterdam y nada en Copenhague, donde los berlineses ciclistas montan por cualquier sitio, no sólo por los carriles habilitados para ellos, y pasan zigzagueando entre los viandantes, a velocidades superiores a lo que resultaría razonable para asegurarse de que no dañaran a los que van andando, si se produce el despiste de unos u otros, o simplemente la casualidad los junta.

Los que caminamos por las aceras vamos pensando que estamos seguros, que podemos pararnos en un escaparate, volvernos a mirar cualquier cosa o acontecimiento que llame nuestra atención, seguir el camino errático de nuestro perro, o ensimismarnos en el paseo escuchando con unos auriculares la radio o nuestra música preferida, pero no estamos
pendientes de mirar por un retrovisor inexistente para evitar ser atropellados por una
bicicleta,  ni creo que se nos deba pedir eso. Ya bastante sería pedirnos que tengamos en cuenta los carriles bici, como ahora tenemos en cuenta las calzadas, antes de cruzarlas.

Algunos somos conductores de automóviles, otros somos también ciclistas, pero todos somos caminantes. Esta mayoría debe verse reflejada en el espacio que la ciudad
destina a esta forma de desplazamiento, el caminar, pero sin sobresaltos.
Bicicletas por la calzada o por sus carriles, pero por las aceras, desmontadas,
por favor, o como mínimo, cumpliendo los mismos parámetros que caracterizan a los que caminan: misma velocidad, cuando se cruzan o se ponen a nuestra altura, misma cortesía y urbanidad.

La misma razón que esgrimen algunos ciclistas para no frecuentar las
calzadas esgrimimos los caminantes para sentir su amenaza: son más fuertes y
van mucho más rápido. El encuentro entre ambos siempre daña al más débil. Esto no se puede despreciar ni olvidar.

El sentimiento nacionalista

El momento que estamos viviendo en torno a la oportunidad de que una selección de deportistas profesionales, jugadores de fútbol, alcance un título de campeona de Europa, de esta Europa geográficamente ampliada que incorpora a países como Rusia y Turquía, me da pie a la siguiente reflexión, aplicable a otras ocasiones en las que un combinado español en otras disciplinas deportivas, como el baloncesto o el waterpolo consigue similares logros, pero especialmente significativo ahora por la capacidad del fútbol de llegar al interés de un mayor número de personas, de movilizar conciencias.

                Esta selección está compuesta prácticamente por jugadores originarios de toda la geografía nacional. Por poner los ejemplos que me vienen a la cabeza, Villa, asturiano, Silva, canario, Iniesta manchego, Alonso, vasco, Marchena, Ramos y Güiza, andaluces, Fábregas, Hernández, Pujol y Capdevila, catalanes, Torres, Casillas y de la Red, madrileños…Como no me sé de todos su origen, no puedo decir que falten en la lista de terruños Extremadura, Galicia, Cantabria, La Rioja, Navarra, Aragón, Castilla-León, Murcia, Baleares, Ceuta o Melilla, en cualquier caso si alguna faltara de manera directa, apuesto a que no estaría ausente si extendemos el origen a todos los que concurren en el proyecto, eso que se suele llamar el cuerpo técnico y los auxiliares, y aún menos si subimos el escalafón originario a los ancestros respectivos. Incluso hay puesta la guinda de la inmigración enriquecedora y necesaria en la encarnación de Senna. Inequívocamente es, pues, un proyecto en el que se juntan el esfuerzo y el saber, de un grupo de muy extensa heterogeneidad, donde esta circunstancia no supone una desventaja sino todo lo contrario, son los mejores, los más capaces de poder contribuir al mismo.

                La correlación con el proyecto que supone el progreso de una nación salta a la vista y con ello debería hacerlo a la conciencia, en especial a la de los que todavía promueven sentimientos nacionales. Esta nación que llamamos España, lleva funcionando así de derecho desde la boda de los Reyes Católicos en el siglo XV, y de hecho yo diría que al menos desde siete siglos antes. Ahora el proyecto que nos hace trabajar juntos es conseguir una Eurocopa, entonces era tener una tierra donde vivir y prosperar que había sido tomada por otros pueblos vecinos con idénticos fines. En este devenir jurídico de consolidación de naciones sobre un territorio hay que decirle a quien no lo sepa y recordar a quien lo haya olvidado, que nos adelantamos más de cuatro siglos a países que hoy aparecen tan emblemáticos como Alemania o Italia, que empezaron a llamarse de una sola forma y a actuar de manera conjunta a finales del siglo XIX. En definitiva, España es capaz de competir hasta alcanzar el nivel más alto porque aprovecha todas sus posibilidades. Somos mejores juntos que por separado, en esto  y en cualquier otro objetivo que nos planteemos.

                No obstante, tengo la impresión de que tales consolidaciones nacionales han dejado de tener sentido de la Historia, que se han quedado anacrónicas, que, sobre todo, los logros científicos y tecnológicos, en definitiva el conocimiento, las han dejado con el paso cambiado y que, por consiguiente, ahora el impulso colectivo debe marcarse otros pautas para alcanzar el progreso, el bienestar, la felicidad, encaminándose a profundizar a la vez, y sin que ello sea una contradicción, en el marco que supone ser humano, sin etiquetas diferenciadoras, las llamemos naciones u otra cosa, y en la libertad y desarrollo individual, lo cual nos sitúa ante la paradoja de que una competición construida sobre un soporte de exaltación y cultivo de sentimientos nacionales, nos muestre el camino para que dichos sentimientos se diluyan hasta encontrar la base real.

                El deseable proceso de desarticulación nacional en el que ya está embarcada Europa será lento porque debemos salvar primero la tremenda distancia en el desarrollo que nos separa a unos de otros, a nosotros de los que nos rodean. Tenemos que hacer primero un descomunal esfuerzo de sincronización que llevará tiempo, pero el objetivo por ello no debe perderse de vista, la integración en un mínimo común denominador de valores universales en un ámbito libre de prosperidad sin renunciar ni un ápice, porque sería suicida, a la riqueza de la variedad.